La artrosis (Osteoarthritis, OA) es la forma más habitual de artritis en perros, al afectar aproximadamente a la cuarta parte de la población. Se trata de una enfermedad articular crónica caracterizada por la pérdida de cartílago articular, el engrosamiento de la cápsula articular y la formación de hueso nuevo alrededor de la articulación (osteofitosis) que, en última instancia, provocan dolor y disfunción de la extremidad. La mayoría de artrosis en perros se produce con carácter secundario a una enfermedad ortopédica del desarrollo, como una enfermedad del ligamento cruzado anterior, displasia de cadera, displasia de hombro, osteocondritis disecante (OCD) o dislocación rotuliana (rótula).
En un subconjunto pequeño de perros, la artrosis se produce sin causas primarias evidentes y puede estar relacionada con la genética y la edad. Otros factores que contribuyen a la artrosis incluyen el peso corporal, la obesidad, el sexo, el ejercicio y la dieta.
Los signos de artrosis con frecuencia no específicos e incluyen:
- Deterioro de la actividad: reticencia a hacer ejercicio, disminución de la actividad general, rigidez, cojera, incapacidad de saltar, cambios en la marcha como los “saltitos de conejo”.
- Dolor con la manipulación: cambios de comportamiento como agresividad o signos de molestias.
El diagnóstico de la artrosis se hace habitualmente mediante una combinación de antecedentes, examen físico y diversas modalidades de obtención de imágenes.
- El examen físico inicial orientará con respecto a la articulación o articulaciones afectadas. El veterinario palpará las extremidades y articulaciones para evaluar la respuesta de dolor, el engrosamiento de la cápsula articular, la acumulación de líquido articular (efusión) o, algunas veces, osteofitos y atrofia muscular (pérdida).
- La modalidad de obtención de imágenes que se utiliza con más frecuencia es la radiografía. Sin embargo tienen un uso limitado, dado que solo proporcionan información sobre los cambios de la estructura ósea (osteofitosis) y solo muestran cambios limitados en los tejidos blandos; por ello, deben combinarse con los resultados del examen físico.
- Otras herramientas de diagnóstico que se están haciendo más populares incluyen la resonancia magnética (RM), que puede proporcionar información sobre las estructuras de tejidos blandos (ligamentos, meniscos) y la tomografía computarizada (TC) que resulta útil para evaluar los cambios de la estructura ósea en las articulaciones con una anatomía más compleja, como codos, carpos (muñecas) o tarsos (tobillos).
Las recomendaciones de tratamiento de la artrosis son multimodales, lo que significa que incluyen distintos enfoques y pueden ser conservadoras, quirúrgicas o una combinación de ambas. Todas las decisiones de tratamiento se toman en función de los pacientes individuales y después de comentarlas con el propietario del animal y el cirujano.
El control del peso es, con mucha diferencia, el aspecto más importante del tratamiento de la artrosis. La grasa produce mediadores inflamatorios que perpetúan el proceso de inflamación y el aumento del peso corporal somete a un esfuerzo adicional a las articulaciones, provocando cambios pronunciados relacionados con la artrosis y puede, en última instancia, resultar dolorosa y con una movilidad limitada. Con un peso corporal ideal, debería poder: 1) sentir las costillas del perro pero no verlas; 2) ver una figura en forma de reloj de arena al mirarlo desde arriba; 3) ver un vientre recogido al mirarlo desde un costado.
Modificación de la actividad: Deben limitarse las actividades de alto impacto como correr o saltar, dado que puede provocar más inflamación y dolor. Estas actividades deben reemplazarse con otras actividades más controladas como paseos con correa. El ejercicio regular de bajo impacto es bueno a la hora de ayudar a desarrollar los músculos que rodean las articulaciones y, a la larga, favorecerá la estabilidad articular.
Rehabilitación: La rehabilitación del animal con ejercicios de flexibilidad articular, ejercicios terapéuticos y tratamiento en el agua (cinta sin fin bajo el agua, natación) ayuda a mejorar la movilidad articular, aumenta la masa muscular y mejora la resistencia al ejercicio. Se recomiendan habitualmente la acupuntura, la terapia con láser y otras modalidades de rehabilitación, aunque existe una falta de estudios general que demuestren su beneficio.
Control del dolor: Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (carprofeno, meloxicam, deracoxib, ketoprofeno, etc.) son los medicamentos utilizados con mayor frecuencia para el control del dolor de la artrosis. En pacientes que no pueden tolerar los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, se puede considerar la posibilidad de utilizar analgésicos complementarios (amantadina, gabapentina, tramadol, codeína, corticosteroides, paracetamol, acupuntura), aunque hay una falta general de estudios que respalden su eficacia para el control del dolor derivado de la artrosis.
Suplementos articulares: No se comprende bien el mecanismo exacto por el que los suplementos articulares pueden ayudar a aliviar el dolor provocado por la artrosis. El sulfato de condroitina, el sulfato de glucosamina y los suplementos de ácidos grasos omega 3 son los suplementos articulares recomendados con mayor frecuencia y no tienen efectos adversos graves.
Agentes moduladores de la enfermedad: Se pueden administrar como una inyección muscular (PSGAG) o una inyección dentro de la articulación (corticosteroides, plasma rico en plaquetas, ácido hialurónico y células madre). Es necesario realizar más investigación para constatar el beneficio de los agentes moduladores de la enfermedad.
Puede estar indicado el tratamiento quirúrgico y, en algunos casos, constituye la mejor elección de tratamiento. Las cirugías que se realizarían son un tratamiento de la causa primaria, como técnicas basadas en suturas o basadas en osteotomía para la ruptura del ligamento cruzado anterior de la rodilla, o un procedimiento de rescate para eliminar los componentes articulares dolorosos, como la excisión de la cabeza y el cuello femorales (femoral head and neck excision, FHNE), la artrodesis (fusión de las articulaciones) o la cirugía de reemplazo articular total (en la mayoría de los casos caderas, babillas, codos)
El enfoque conservador puede hacer que la progresión de la enfermedad sea más lenta y muchos perros puedan vivir cómodamente durante años después del diagnóstico. Sin embargo, la artrosis es una enfermedad progresiva y seguirá empeorando con el tiempo. Si se realiza cirugía, la recuperación de estos perros habitualmente es muy buena, especialmente con la cirugía del reemplazo articular total, dado que se extrae por completo y se reemplaza la articulación enferma.