Mucocele de la Vesícula Biliar

Associated Terms:
Vesícula Biliar con Aspecto de Kiwi, Mucocele Biliar, Colecistectomía, Colecistitis Necrotizante, Colecistitis

Resumen

Un mucocele de la vesícula biliar es la distensión de la vesícula por una acumulación inadecuada de moco.

La disminución del flujo de bilis y de la movilidad de la vesícula y la alteración de la absorción de agua desde la luz de la vesícula son factores que predisponen al barro biliar. El barro biliar puede ser un factor que precipite el desarrollo de mucoceles biliares caninos. Sin embargo, es más probable que se trate de una pequeña parte de un proceso patológico complejo que involucra la inflamación de la pared de la vesícula y cambios en el revestimiento de la vesícula que modifican la consistencia de sus secreciones.

La hipersecreción de moco causa una acumulación de bilis gelatinosa espesa en la vesícula. El aumento de la viscosidad durante un período de semanas o meses hace que el material gelatinoso espeso acabe ocupando toda la luz de la vesícula y, en algunos casos, también esté presente en los conductos. La causa que provoca esa hipersecreción mucosa es probablemente multifactorial y puede estar relacionada con algunas enfermedades, como:

  • la enfermedad de Cushing (hiperadrenocorticismo)
  • el hipotiroidismo
  • la enfermedad inflamatoria intestinal

Algunas predisposiciones genéticas pueden tener relevancia, porque hace poco se demostró que la raza de los pastores de las islas Shetland tiene predisposición a las enfermedades de la vesícula biliar.

Manifestaciones Clínicas

Los signos clínicos asociados al mucocele de la vesícula biliar suelen ser inespecíficos y vagos y, en algunos casos, el mucocele se descubre por casualidad. El animal puede mostrar signos tales como:

  • reducción del apetito
  • anorexia
  • letargo
  • vómitos
  • diarrea
  • un matiz amarillento en la piel o las encías
  • dolor o rigidez abdominal
Diagnóstico
Figura 1: ecografía abdominal de un perro con mucocele de la vesícula biliar que muestra el típico patrón estrellado en forma de kiwi (o fresa, en este caso). Por cortesía de la Dra. Jennifer Bouma.
Figura 1: ecografía abdominal de un perro con mucocele de la vesícula biliar que muestra el típico patrón estrellado en forma de kiwi (o fresa, en este caso). Por cortesía de la Dra. Jennifer Bouma.

El diagnóstico de los mucoceles de la vesícula biliar se basa en el examen físico a cargo del veterinario de atención primaria y en el análisis de sangre, combinados con técnicas de diagnóstico por imagen, como la ecografía del abdomen. La ecografía abdominal es increíblemente útil en las primeras etapas del proceso patológico y debe considerarse en todos los animales con signos clínicos relacionados con molestias digestivas (figura 1). Hasta la mitad de los animales con mucoceles vesiculares tienen rota la vesícula en el momento del diagnóstico y esta cantidad puede reducirse en gran medida con una intervención diagnóstica temprana.

La presencia y la progresión de material gelatinoso en la vesícula biliar puede causar una obstrucción potencialmente mortal de las vías biliares o los cambios inflamatorios experimentados por la pared vesicular pueden hacer que se rompa y que la bilis se derrame en el abdomen (figura 2).

Tratamentio

En el caso de la mayoría de los animales con mucoceles vesiculares, se recomienda un enfoque proactivo. Si se detecta por casualidad un mucocele o «premucocele» en una ecografía, hay que considerar la extirpación de la vesícula biliar, llamada colecistectomía. Una tendencia actual es retrasar la extracción de la vesícula de estos pacientes hasta que el tratamiento médico falla, la enfermedad se vuelve sistémica o la vesícula ya se ha roto. Esta filosofía de «esperar a ver qué pasa» puede aumentar la posibilidad de una rotura de la vesícula potencialmente mortal. Ahora, muchos cirujanos recomiendan que se extirpe la vesícula biliar de los pacientes con mucoceles vesiculares en el cuadro clínico inicial o si se detectan esos mucoceles de manera fortuita en una ecografía abdominal. Se ha demostrado que la colecistectomía rutinaria abierta o laparoscópica en pacientes con mucocele vesicular sin signos de afectación clínica tiene un pronóstico excelente y proporciona un retorno rápido a la función normal en los casos notificados.

Como sucede con cualquier intervención quirúrgica, hay riesgos asociados a la anestesia general. El análisis de sangre y las técnicas de diagnóstico por imagen antes de la intervención y la corrección de los desequilibrios hidroelectrolíticos ayudarán al cirujano veterinario certificado por el Colegio Estadounidense de Cirujanos Veterinarios (ACVS, por sus siglas en inglés) a minimizar el riesgo anestésico. Algunos pacientes pueden necesitar cuidados intensivos antes y después de la cirugía. La cirugía biliar posee riesgos inherentes, como la hemorragia y las fugas de bilis a la cavidad abdominal, que pueden causar peritonitis. Es posible que sean necesarios los drenajes abdominales para ayudar a tratar la peritonitis.

Cuidado Posteriores y Evolución

Hay que hacer que el animal se mantenga tranquilo durante dos semanas después de la cirugía de la vesícula, impidiendo que corra, salte, juegue, suba y baje escaleras y la actividad sin correa. Hay que supervisar que la incisión abdominal cicatriza de forma adecuada. Suele recomendarse el uso de un collar isabelino para evitar que el animal se lama o se cause un traumatismo sí mismo. Después de la cirugía, a menudo se recetan, para la casa, medicamentos analgésicos y para tratar enfermedades hepáticas o infecciones simultáneas.

Los perros con mucoceles vesiculares que se someten a una colecistectomía y sobreviven al período perioperatorio inmediato tienen un pronóstico excelente a largo plazo. Se han notificado tasas de mortalidad globales del 20-39 % para esta enfermedad, aunque la cirugía en etapas tempranas puede reducir de forma significativa las tasas de mortalidad. El cirujano veterinario puede enviar la vesícula biliar extraída y una pequeña porción del hígado para que se hagan una biopsia y un cultivo bacteriano. Los resultados de estas pruebas ayudan a los médicos que cuidan del animal a tratar enfermedades hepáticas e infecciones simultáneas.

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