Una mucocele salival, o sialocele, es un volumen de saliva que se ha filtrado de una glándula salival o conducto salival dañado y se ha acumulado en los tejidos. Con frecuencia se nota como una hinchazón indolora y fluctuante del cuello o del interior de la cavidad oral. Aunque con frecuencia se llama de forma poco precisa quiste salival, los mucoceles están revestidos por tejido inflamatorio (llamado tejido de granulación) que es secundario a la inflamación provocada por la saliva libre en los tejidos. Un quiste está revestido por tejido epitelial (glandular) que es en sí mismo responsable de la producción del líquido. Los mucoceles salivales pueden clasificarse del siguiente modo:
- Mucocele cervical: Es el tipo más frecuente de mucocele. Es una acumulación de saliva en la región superior del cuello, bajo la mandíbula o en la región intermandibular (entre la mandíbula y el maxilar superior). (Figuras 1 y 3)
- Mucocele sublingual (también llamado ránula): Otra ubicación frecuente de la formación de un mucocele es en el suelo de la boca al lado de la lengua. Se ve con frecuencia asociado con un mucocele cervical. (Figura 2)
- Mucocele faríngeo: Este tipo de mucocele es mucho menos habitual. Es en esencia una variación del mucocele cervical, pero la acumulación de líquido se produce casi por completo dentro de la garganta (faringe). (Figura 4)
- Mucocele cigomático: Se trata de un tipo de mucocele muy poco frecuente en el que la saliva se origina en las pequeñas glándulas salivales cigomáticas que se encuentran justo debajo del ojo.
La causa de los mucoceles salivales se identifica en raras ocasiones, aunque se considera generalmente que los acontecimientos que con más probabilidad inician el mucocele son un traumatismo provocado por correas estranguladoras, heridas por mordeduras o masticar materiales extraños. A medida que la saliva se filtra del conducto o la glándula salival desgarrada, se acumula en el tejido e inicia una intensa respuesta inflamatoria. Se forma gradualmente una cápsula de tejido conjuntivo alrededor de la saliva para impedir que se extienda más.
Esta enfermedad se ve casi exclusivamente en perros y, en ocasiones muy poco frecuentes, en gatos. Todas las razas son susceptibles, pero parece haber mayor incidencia en caniches, pastores alemanes, perros salchicha y terriers sedosos australianos. No hay ninguna predisposición relacionada con la edad, por lo que esta enfermedad puede producirse en cualquier
Generalmente, el desarrollo de un mucocele cervical (figura 1) se ve como una masa blanda, indolora y fluctuante que se va agrandando gradualmente en la región cervical superior (cuello) o intermandibular. En la mayor parte de los perros y gatos no hay problemas asociados con el desarrollo de la masa. Si el mucocele es sublingual (ránula) (figura 2), la mascota puede tener algunas dificultades para comer y puede desarrollar una hemorragia derivada de un traumatismo en el mucocele al masticar. Un mucocele faríngeo es por lo general totalmente indetectable hasta que la cavidad oral se examina bajo sedación. Las mascotas con mucoceles faríngeos pueden experimentar dificultades para respirar debido a que la masa que se desarrolla en la garganta comienza a obstruir las vías respiratorias. Este es un problema potencialmente muy grave y el tratamiento se debe iniciar rápidamente, porque estas mascotas pueden morir por un síndrome de dificultad respiratoria aguda. La dificultad para tragarpuede ser otro signo que indique la presencia de un mucocele faríngeo.
Generalmente, el diagnóstico de un mucocele salival es bastante claro. La palpación de las glándulas salivales se logra habitualmente de forma fácil y, con la excepción del mucocele faríngeo, los mucoceles se identifican fácilmente como una hinchazón blanda y fluctuante que no resulta dolorosa. Los tumores y los abscesos pueden parecer similares pero habitualmente son firmes o dolorosos.
Ocasionalmente, los mucoceles cervicales migran hasta la línea media ventral con el paso del tiempo, haciendo difícil determinar si el problema afecta a las glándulas del lado izquierdo o derecho (figura 1). Examinar a las mascotas con sedación colocadas sobre su espalda (figura 3) con frecuencia permite que el mucocele migre al lado afectado.
Las anomalías de laboratorio habitualmente no resultan útiles en el diagnóstico del mucocele salival. Si existen dudas sobre si la masa es un mucocele o un absceso, puede realizarse una aspiración estéril del líquido. La aspiración de un líquido espeso, pegajoso, transparente, amarillento o manchado de sangre, con un bajo recuento celular, es coherente con la saliva (figura 5). Una elevación del recuento de glóbulos blancos en el líquido puede indicar una infección en la glándula salival (sialadenitis) o un absceso. En ocasiones, análisis de laboratorio especiales (tinción) pueden ayudar a confirmar el tipo de líquido cuando hay dudas.
Las radiografías son rara vez necesarias para diagnosticar mucoceles salivales; sin embargo, si se sospecha de neoplasia (cáncer), están indicadas las radiografías del tórax para buscar metástasis.
El único tratamiento satisfactorio de un mucocele salival es la extracción de la glándula o glándulas salivales relacionadas con el mucocele. (Figura 6)
La aspiración continuada de un mucocele no eliminará permanentemente el problema. Ocasionalmente, resolverá el problema durante semanas o incluso meses, pero la mayoría reaparecerá. La aspiración también plantea el riesgo de introducir bacterias en el mucocele, que pueda provocar potencialmente una infección que aumente significativamente la dificultad de un tratamiento quirúrgico exitoso.
La extracción quirúrgica de las glándulas mandibulares y sublinguales del lado del mucocele es el tratamiento quirúrgico normal. Las glándulas se extraen juntas porque el conducto de la glándula mandibular atraviesa la glándula sublingual y la retirada de una glándula provocaría un traumatismo inevitable en la otra. La glándula mandibular se asocia íntimamente con las venas grandes que se unen para formar la vena yugular. La extracción de las glándulas salivales requiere una cuidadosa disección de la zona con varios nervios de importancia crítica.
Los mucoceles sublinguales (ránulas) (figura 2) pueden tratarse con marsupialización (además de la extracción de las glándulas mandibulares y sublinguales) para facilitar el drenaje en la cavidad oral. La marsupialización se realiza extrayendo una parte elíptica de la mucosa sublingual que recubre el mucocele y suturando el borde de la mucosa oral al tejido conjuntivo.
Con frecuencia, se coloca un drenaje en la zona del mucocele para permitir que el líquido escape de esta, hasta que tenga la posibilidad de cicatrizar.
Si se deja un drenaje en el sitio quirúrgico, la mascota tendrá que llevarlo varios días. Si la herida se venda, será necesario cambiar el vendaje con frecuencia. Si la herida no se venda, resultará útil aplicar compresas tibias con una toalla húmeda. Esto ayudará a limpiar la piel de la zona de la cirugía y ayudará a estimular el drenaje de líquido procedente de la zona.
El pronóstico es excelente para una vida normal después del drenaje de un mucocele y la extracción adecuada de las glándulas salivales afectadas. Los perros no sufren de boca seca después de la extracción de las glándulas mandibulares y sublinguales, aunque se realice en ambos lados.
Las complicaciones postoperatorias son poco frecuentes si el procedimiento lo realiza un cirujano con la formación adecuada. Ocasionalmente, puede desarrollarse una bolsa de líquido (seroma) en la zona donde estaba el mucocele. Esta puede drenarse o puede dejarse que se resuelva por sí misma. Las infecciones son posibles pero poco frecuentes. Si la extracción de tejido glandular es inadecuada, es posible que reaparezca el mucocele.