La artrosis es una enfermedad crónica degenerativa que causa cambios en los tejidos que conforman la articulación, como el cartílago, la cápsula articular y el hueso de alrededor. Puede desarrollarse debido a un problema primario de la articulación (exceso de fuerza o forma anómala) o por las actividades de desgaste de la vida cotidiana. En los gatos, la causa principal de la artrosis no se puede identificar habitualmente y se comprende menos que en los perros.
Las articulaciones que se ven afectadas con mayor frecuencia en los gatos son la cadera, la rótula (rodilla), el tarso (tobillo) y el codo. La artrosis afecta más, clínicamente, a los gatos más viejos., en los que habitualmente tiene carácter secundario a alguna otra anomalía (displasia de cadera, displasia de codo, enfermedad del ligamento cruzado anterior).
En la práctica general, la artrosis en gatos sigue siendo en términos generales una enfermedad escasamente diagnosticada, aunque hay una mayor concientización sobre la enfermedad en los últimos años, lo que ha conllevado a que más gatos reciban tratamiento.
Los signos clínicos de artrosis en los gatos suelen ser menos obvios que en los perros. Pueden observarse cojera o cambios en la forma de caminar. A veces se detecta con más frecuencia un cambio en el nivel de actividad del gato o que se muestra reacio a saltar.
El diagnóstico de la artrosis en los gatos se hace utilizando una combinación de examen físico y modalidades de obtención de imágenes, como las radiografías. Debido a su rechazo a dejarse manipular y sujetar, resulta muy difícil examinar a los gatos. Se utilizan distintos tipos de pruebas de desempeño para evaluar su movilidad. Los cambios radiográficos de la artrosis se aprecian en hasta un 90 % de los gatos, mientras que se calcula que solo un 50 % de estos presentan signos clínicos de afectación debido al dolor articular.
Se recomienda un enfoque multimodal para tratar la artrosis en los gatos. La base de este enfoque es usar una combinación de tratamientos que mejoran el bienestar y la calidad de vida. Es importante tener en cuenta que todas las decisiones de tratamiento se toman en función de cada paciente en particular y después de comentarlas con el propietario del animal y el cirujano.
- Control del peso. Los gatos con sobrepeso son más propensos a mostrar signos de cojera o de dolor asociados a la artrosis. La pérdida de peso mediante el control de la alimentación o con piensos diseñados para perder peso pueden mejorar el bienestar del gato.
- Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos. Aunque estos medicamentos (como el meloxicam y el robenacoxib) son efectivos para tratar el dolor agudo, su posible toxicidad disuade a muchos veterinarios de utilizarlos a largo plazo en gatos viejos, especialmente en aquellos con enfermedad renal. Se están investigando la seguridad y la dosificación de estos medicamentos para tratar la artrosis felina.
- Tratamientos farmacológicos auxiliares. Se están investigando cada vez más fármacos como la gabapentina, la amantadina y eltramadol para tratar el dolor crónico en gatos. Hay algunas pruebas que respaldan su uso, pero no son concluyentes. El veterinario puede ayudar al dueño del gato a decidir si pueden resultarle útiles.
- Suplementos dietéticos. Los gatos suelen tolerar bien los suplementos como los ácidos grasos omega 3, la glucosamina y la condroitina, pero no existe la seguridad de que ayuden a reducir los signos de artrosis.
- Modificaciones ambientales. Utilizar peldaños y rampas y proporcionar una cama blanda pueden mejorar la calidad de vida del gato.
- Fisioterapia y rehabilitación. Este ámbito acaba de empezar a investigarse en gatos e incluye distintos ejercicios y modalidades, como el tratamiento con láser de baja intensidad, el tratamiento con ultrasonidos y el masaje.
- Técnicas quirúrgicas. La cirugía para tratar la artrosis es menos frecuente en gatos que en perros, pero puede ser muy útil en algunos casos. Incluye el reemplazo articular ) y la artrodesis (fusión de una articulación dolorosa).
Como se trata de una enfermedad crónica, la artrosis no suele poder curarse, pero se puede tratar para aumentar al máximo posible el bienestar del gato. Analizar las opciones de tratamiento con un cirujano puede ayudar a asegurarse de que se barajan todas las opciones posibles para el animal.