La lesión del músculo infraespinoso es una enfermedad relativamente poco frecuente que se encuentra principalmente en perros muy atléticos, habitualmente después de un actividad intensa como cazar aves. Puede asociarse a una falta de acondicionamiento atlético previo. La prevención se logra manteniendo a los perros en un buen estado atlético y haciendo que calienten progresivamente hasta llegar a la plena actividad, que son las mismas recomendaciones que se hacen a los atletas humanos. Una vez que se produce una lesión en el músculo, el daño se reduce al mínimo tratando la inflamación muscular y rehabilitando adecuadamente la lesión con fisioterapia y modalidades auxiliares (p. ej., terapia con láser). Ocasionalmente, el daño muscular es lo suficientemente grande como para formar tejido cicatricial que limita la extensión de la articulación del hombro (es decir, contractura). Esta enfermedad no es dolorosa, pero puede generar una discapacidad. La cirugía de la contractura es relativamente fácil y tiene mucho éxito. Los perros pueden retomar plenamente sus actividades después de la cirugía y solo en ocasiones poco frecuentes presentan complicaciones a largo plazo.
Cuando el perro está corriendo, extiende el hombro por completo y luego contrae el músculo infraespinoso y otros músculos del hombro para tirar del hombro o flexionarlo hacia atrás y mover el cuerpo hacia delante. Durante una carrera muy enérgica o de larga duración, el músculo infraespinoso es muy sensible a “sobrepasarse” y las fibras musculares se desgarran, sufren una distensión o se dañan de otro modo. Esta enfermedad se produce habitualmente al comienzo de la temporada de caza de aves y puede ser un ejemplo clásico del “guerrero de fin de semana”: perros con mal estado físico con personalidades muy ansiosas que se sobrepasan.
Un ejemplo habitual entre atletas humanos similar al problema que se produce en perros es un “tirón de los isquiotibiales”: se produce un desgarro muscular durante la actividad. Cuando se dañan las fibras musculares, la zona se inflama. La inflamación duele; la zona está caliente, hinchada y duele al tacto. Mover el músculo, habitualmente en la dirección de estiramiento (extensión del hombro), también duele. Los perros mantendrán la pata de un modo que limite la extensión del hombro; es posible que simplemente retiren la pata del suelo y caminen en tres patas, o reducirán drásticamente su zancada, con una cojera notable.
Algo importante de la curación de los músculos es que solo se curan mediante fibrosis (formación de tejido cicatricial); las células musculares gravemente dañadas no se reparan por sí mismas. A lo largo de un período de 1–2 meses de curación después de la lesión original, el músculo dañado se cura. En primer lugar, el dolor desaparece a medida que la inflamación remite; es posible que el perro empiece a usar la pata de una forma más cómoda. Pero a medida que avanza la curación, se forma más y más tejido cicatricial en el músculo. Un músculo normal es flexible y elástico; el tejido cicatricial no. A medida que el tejido cicatricial madura, se tensa, se contrae y se pone más firme. Ahora, el perro pasa a una cojera que es persistente pero no parece ser dolorosa. Algunos perros incluso retirarán la pata del suelo cuando estén sentados. Esta fase de la discapacidad se relaciona con la cicatrización de músculo infraespinoso, de tal modo que la articulación del hombro ya no puede extenderse como solía; está flexionada permanentemente pero bien curada y sin dolor. Debido a esto, la pata es ligeramente más corta y el perro no puede extenderla hacia delante para caminar o correr normalmente.
El diagnóstico de contractura del músculo infraespinoso se basa habitualmente en exámenes físicos y ortopédicos. Es posible que su veterinario de atención primaria recomiende radiografías para estar seguros de que no haya cambios en los huesos o las articulaciones subyacentes. Adicionalmente, pueden recomendarse métodos diagnósticos más avanzados, como la RM o la ecografía musculoesquelética, para evaluar específicamente a la inserción distal muscular o tendinosa.
La buena noticia sobre esta discapacidad es que el músculo dañado es solo uno de los varios que hace el trabajo de soporte de la articulación del hombro y la flexión articular. Los perros pueden funcionar bien sin él, de modo que utilizamos eso como ventaja a la hora de recomendar la corrección quirúrgica.
De forma bastante sencilla, se corta el tendón del músculo infraespinoso cerca de donde se conecta con el húmero. También se liberan tejidos circundantes adicionales para conseguir una amplitud de movimiento completa del hombro. Esto libera la tensión del músculo cicatrizado; en ocasiones, la liberación es bastante drástica, lo que genera un distintivo sonido de “pop” cuando la articulación se libera de la restricción. La sencilla maniobra quirúrgica recupera de inmediato la amplitud de movimiento completa de la articulación del hombro. Después de una pequeña curación del sitio quirúrgico, los pacientes parecen completamente funcionales y sin dolor, no presentando ninguna restricción forzosa.
El procedimiento quirúrgico puede ser sencillo e implica una mínima perturbación tisular; los pacientes presentan un dolor postquirúrgico moderado durante unos cuantos días, que se controla bien con las técnicas de control del dolor habituales. Tras dos semanas de postoperatorio, los pacientes parecen bastante cómodos en el sitio quirúrgico.
Una leve complicación después de este procedimiento quirúrgico es algo de seroma incisional. Se trata de acumulación de líquido bajo la piel en el sitio de la cirugía, que procede de la fuga de líquido articular o de un exceso de movimiento de los tejidos en el sitio quirúrgico. Habitualmente, se trata de un problema muy leve que desaparece por sí solo, tal vez con algo de ayuda aplicando compresas tibias. En ocasiones poco frecuentes, estas bolsas de líquido se hacen demasiado grandes como para poder reabsorberse por sí solas, y resulta necesario drenarlas con una aguja. Los seromas se pueden reducir al mínimo empleando una técnica quirúrgica cuidadosa y con un descanso postoperatorio estricto durante cuatro semanas.
Una vez que el sitio quirúrgico haya curado bien, los perros pueden volver a recuperar sus rutinas de actividad normales, sin ninguna restricción. Debe tenerse la precaución de acondicionar gradualmente a estos pacientes para cualquier actividad nueva e intensa, de modo que el hombro opuesto no desarrolle el mismo problema en el futuro.