La rótula es un pequeño hueso enterrado en el tendón de los músculos extensores (los músculos cuádriceps) del muslo. La rótula normalmente descansa sobre un surco dentro del fémur (hueso del muslo) en la rodilla (figura 1). El tendón rotuliano está conectado a la cresta tibial, una protuberancia ósea ubicada sobre la tibia (hueso de la espinilla), justo bajo la rodilla. El músculo cuádriceps, la rótula y su tendón forman el “mecanismo extensor” y están habitualmente bien alineados entre sí. La luxación (dislocación) rotuliana es una enfermedad en la que la rótula se desplaza fuera del surco femoral al flexionar la rodilla (figura 1). Puede caracterizarse además como media o lateral, dependiendo si la rótula se apoya en la parte interior o exterior de la rodilla, respectivamente.
La luxación rotuliana es una de las enfermedades ortopédicas más habituales en perros y se diagnostica en un 7 % de los cachorros. La enfermedad afecta principalmente a los perros pequeños, especialmente razas como boston y yorkshire terriers, chihuahuas, pomeranias y caniches miniatura. La incidencia en perros de razas más grandes ha ido aumento a lo largo de los últimos diez años y razas como shar pei chino, retriever de pelo liso, akita y perro de montaña de los Pirineos se consideran actualmente con predisposición a esta enfermedad. La luxación rotuliana afecta a ambas rodillas en la mitad de los casos, generando potencialmente molestias y pérdida de la función.
La luxación rotuliana ocasionalmente se origina por una lesión traumática de la rodilla, que provoca una cojera intensa y repentina de la extremidad. Sin embargo, la causa precisa sigue estando poco clara en la mayor parte de los perros y probablemente se deba a múltiples factores. El surco femoral en el que se apoya normalmente la rótula es habitualmente poco profundo (figura 2a, figura 2b) o está ausente en los perros con luxación rotuliana no traumática. El diagnóstico temprano de enfermedad bilateral en ausencia de traumatismo y la predisposición por la raza, refuerzan el concepto de que la luxación rotuliana está provocada por una alineación defectuosa, congénita o del desarrollo, de todo el mecanismo extensor. La luxación rotuliana del desarrollo ya no se considera, por tanto, una enfermedad aislada de la rodilla, sino una consecuencia de unas anomalías esqueléticas complejas que afectan a la alineación general de la extremidad, lo que incluye:
- conformación anómala de la articulación de la cadera, como displasia de cadera (enlace a tema de salud)
- malformación del fémur, con angulación y torsión (rotación) anómalas (figura 3)
- malformación de la tibia
- desviación de la cresta tibial, la protuberancia ósea a la que se une el tendón de la rótula bajo la rodilla
- tirantez/atrofia de los músculos cuádriceps, que actúan como la cuerda de un arco
- un ligamento rotuliano que puede ser demasiado largo
Debido a que hay evidencias de que esta enfermedad es, al menos en parte, genética, los perros diagnosticados con luxación rotuliana no deben aparearse.
Los síntomas asociados con la luxación rotuliana varían en gran medida con la gravedad de la enfermedad. Esta enfermedad puede ser un hallazgo incidental que detecta el veterinario en un examen físico de rutina o puede provocar que la mascota lleve la extremidad afectada elevada todo el tiempo. La mayor parte de los perros afectados por esta enfermedad levantan repentinamente la extremidad durante algunos pasos (“salto”) y se puede ver como agitan o extienden la pata antes de recuperar su pleno uso. A medida que la enfermedad avanza en duración y gravedad, la cojera se hace más frecuente y, con el tiempo, se vuelve continua. En los cachorros jóvenes con luxación rotuliana media grave, las patas traseras con frecuencia presentan un aspecto “arqueado” que empeora con el crecimiento. Los perros de razas grandes con luxación rotuliana lateral pueden tener un aspecto de “rodillas juntas”.
El diagnóstico de la luxación rotuliana se basa esencialmente en la palpación de una rótula inestable (figura 4) en el examen ortopédico. Pueden ser necesarias pruebas adicionales para diagnosticar enfermedades que pueden estar asociadas con la luxación rotuliana y ayudar a que el cirujano veterinario certificado por el Colegio Estadounidense de Cirujanos Veterinarios (ACVS) recomiende el tratamiento más adecuado para la mascota. Estas pueden incluir:
- palpación de la rodilla bajo sedación para evaluar el daño a los ligamentos
- radiografías de la pelvis, rodilla y tibia para evaluar la forma de los huesos en la pata trasera y evaluar la displasia de cadera (figura 5)
- tomografía computarizada (TC) tridimensional para proporcionar una imagen de las características esqueléticas de las patas traseras completas. Esta técnica avanzada de obtención de imágenes ayuda al cirujano veterinario a planificar la cirugía en casos en que la forma del fémur o la tibia deba corregirse (figura 3)
- análisis de sangre y análisis de orina como precaución antes de la anestesia
Con el tiempo, la rótula puede dislocarse más y estar con más frecuencia fuera de su surco, erosionando el cartílago y, a la larga, exponiendo zonas de hueso, lo que provoca artritis y dolor asociado. Otras estructuras de la rodilla pueden estar cada vez más distendidas, predisponiendo potencialmente a una rotura de ligamentos cruzados anteriores. En los cachorros, la alineación anómala de la rótula también puede provocar una deformación grave de la pata.
Las luxaciones rotulianas que no provocan ningún síntoma se deben controlar, pero habitualmente no justifican una corrección quirúrgica, especialmente en perros pequeños. La cirugía se considera más frecuentemente en los casos de grado 2 y superiores (figura 6). El tratamiento quirúrgico de la luxación rotuliana es más difícil en perros de razas grandes, especialmente cuando se combina con enfermedad de los ligamentos cruzados anteriores, displasia de cadera o angulación excesiva de los huesos largos.
Pueden ser necesarias una o varias de las siguientes estrategias para corregir la luxación rotuliana:
- Reconstrucción de los tejidos blandos que rodean la rótula para aliviar el lado hacia el que se está apoyando la rótula y fortalecer el lado opuesto.
- Profundización del surco femoral, de modo que la rótula pueda asentarse de forma profunda en su posición normal (figura 7); esto puede lograrse mediante distintas técnicas.
- Traslado de la cresta tibial (figura 5), la protuberancia ósea a la que se une el tendón de la rótula bajo la rodilla (ver resumen). Esto ayudará a realinear el cuádriceps, la rótula y su tendón.
- Con frecuencia, es necesaria la corrección de los fémures con forma anómala, en casos en los que la forma anómala del fémur provoca un ángulo de la rótula que la mantiene luxada la mayor parte del tiempo o siempre. Este procedimiento implica cortar el hueso, corregir su deformidad e inmovilizarlo con una placa ósea (figura 7).
El cirujano veterinario que haya examinado a la mascota determinará la combinación de procedimientos que mejor aborde el problema, dependiendo del caso individual.
El cirujano veterinario que haya operado a la mascota será el más indicado para asesorarle y establecer un plan de tratamiento postoperatorio personalizado.
Más del 90 % de los propietarios están satisfechos con el progreso de su perro después de la cirugía. El pronóstico puede ser menos favorable en perros grandes, especialmente cuando la luxación rotuliana se combina con otras anomalías, como una angulación excesiva de los huesos largos o displasia de cadera.
La reaparición de la inestabilidad de la rótula es poco frecuente. La migración o rotura de los implantes quirúrgicos utilizados para mantener los huesos en su posición y las infecciones se producen con poca frecuencia.