La luxación coxofemoral es la dislocación de la articulación de la cadera que provoca el desplazamiento de la cabeza del fémur de su sitio en la cavidad acetabular. La dislocación produce la ruptura de la cápsula articular y otras estructuras de soporte de la cadera, incluidos los ligamentos y con frecuencia el hueso. La luxación de cadera tiene su origen habitualmente en un traumatismo, pero la degeneración articular o la displasia de cadera aumentan el riesgo.
La luxación traumática de cadera resulta dolorosa y afecta a la capacidad de carga de peso y la función de la pata. La capacidad de levantar la pata queda drásticamente alterada por la luxación de cadera. La pata con frecuencia queda plegada, girada hacia fuera, y acortada o girada hacia dentro y desviada, dependiendo de la dirección hacia la que se disloque la cadera. En la mayoría de los casos (90 %), la cabeza femoral se desplaza hacia fuera y por encima del acetábulo (la cavidad de la cadera). Se puede producir una dislocación parcial de la articulación de la cadera (subluxación) y se asocia habitualmente con una degeneración articular, como también con la displasia de cadera. La subluxación es habitualmente bilateral, y resulta rara una luxación de cadera bilateral.
Deben realizarse un examen general completo y una evaluación ortopédica, debido a la posibilidad de que haya un también un traumatismo. La fuerza necesaria para producir una luxación de cadera puede además dañar el sistema urinario, los pulmones, el corazón y otros órganos corporales. Son necesarios diagnósticos adicionales para evaluar la presencia de otras lesiones o enfermedades de órganos en el paciente que puedan afectar a la anestesia. También están indicados análisis sanguíneos adicionales para evaluar por completo la función de los órganos, identificar el alcance del daño, identificar problemas médicos preexistentes y planificar la anestesia.
- Análisis sanguíneos
- Se realizan radiografías de las caderas para evaluar la dirección de la dislocación y otros daños asociados a la articulación, tales como la fractura de las superficies articulares (figuras 1 y 2). Puede ser necesaria una fuerte sedación o anestesia general.
- Radiografías adicionales (tórax, columna, abdomen u otras extremidades para evaluar un traumatismo concurrente)
1) Reducción no quirúrgica de la cadera (reducción cerrada): En una reducción cerrada, la cadera se vuelve a colocar con una anestesia breve y con frecuencia se mantiene en su posición con un cabestrillo. En ocasiones no se pueden utilizar los cabestrillos debido a un traumatismo en la extremidad o a una estructura de la pata que no tolera la colocación del cabestrillo. Si se utilizan, los cabestrillos se deben supervisar atentamente para comprobar si se producen llagas debido al roce o cambios de posición. Si la reducción se mantiene durante varias semanas para apoyar la curación de los tejidos, se evita la cirugía con buenos resultados. Una reducción cerrada tiene éxito en aproximadamente un 50 % de las ocasiones.
2) Reducción quirúrgica: El tratamiento consiste en la sustitución quirúrgica de la cadera (reducción abierta) y la restauración de las estructuras de soporte. Se colocan habitualmente implantes de soporte adicionales para ayudar a ofrecer soporte mecánico a la cadera durante la fase de curación. Existe una amplia variedad de técnicas que pueden elegirse sobre la base de la experiencia del cirujano veterinario certificado por el Colegio Estadounidense de Cirujanos Veterinarios (ACVS), incluida la fijación con un vástago de sujeción, anclajes quirúrgicos, reconstrucción de la cápsula articular y transposición trocantérica. La tasa de éxito es elevada con la mayor parte de estas técnicas.
3) Osteotomía de cabeza femoral (Femoral Head Ostectomy, FHO): Con frecuencia no resulta posible la restauración de la cadera, debido a una lesión o una estructura deficiente de la cadera. La osteotomía del cuello y la cabeza femoral, retira el cuello y la cabeza femoral y produce una “falsa articulación”. La función es bastante buena con esta técnica, aunque hay una pérdida leve de la función. Con una selección de pacientes adecuada, se esperan buenos resultados funcionales con esta opción. La fisioterapia postoperatoria es de gran beneficio a la hora de mantener una buena función después de una FHO. Con esta técnica se elimina el riesgo de reaparición de la luxación o de complicaciones con el implante.
4) Reemplazo total de cadera: Aquí, la articulación se reemplaza con materiales sintéticos. Están disponibles varias alternativas de reemplazo de cadera, que consisten en el reemplazo de la cabeza femoral y el acetábulo (bola y copa) con implantes sintéticos.
Para la curación de las estructuras de soporte de la cadera se necesitan varias semanas y la actividad de la mascota tendrá que restringirse durante al menos de seis a ocho semanas. Puede que sean necesarios períodos más prolongados de restricción para determinados procedimientos. Después de la curación de las estructuras de soporte locales de la cadera, para volver a fortalecer la musculatura de la extremidad se necesitará un período adicional de actividad progresiva controlada. Estas directrices serán modificadas individualmente por el veterinario de atención primaria a lo largo de la recuperación de la mascota.
Los cuidados posteriores también se individualizarán en función de la velocidad de la recuperación y la reparación específica realizada (la recuperación después de una osteotomía de cabeza femoral podría ser acelerada). Las lesiones coexistentes, la complexión del paciente y otros padecimientos, también influirán en las recomendaciones para la recuperación. La actividad controlada con ejercicios se inicia frecuentemente dos semanas después de la cirugía.
La mayor parte de las complicaciones no son potencialmente mortales, pero aún así pueden ser frustrantes. Estas incluyen una nueva luxación de la cadera, complicaciones con el implante, y complicaciones con el vendaje y el cabestrillo. Las complicaciones retrasan la recuperación y pueden limitar, en última instancia, el resultado funcional. Tenga presente que incluso los mejores pacientes no cooperan por completo con las restricciones de ejercicio y los cabestrillos incómodos. El proceso puede fracasar por una simple caída o resbalón desafortunado durante el proceso de recuperación. La actividad posterior al tratamiento puede provocar la migración y rotura de los implantes. Los cabestrillos utilizados para inmovilizar la extremidad pueden moverse y producir lesiones graves en la pata, de modo que se deben controlar atentamente.
El pronóstico es excelente respecto a una eventual recuperación de una buena o excelente función de la extremidad, dependiendo de la gravedad de la lesión o la degeneración subyacente. Puede que sea necesario tratamiento adicional en caso de una reducción de cadera cerrada fallida, que requiera una reparación quirúrgica posterior. Históricamente, aproximadamente un 50 % de las reducciones de cadera cerradas y un 10-20 % de las reducciones abiertas requieren una reparación quirúrgica posterior. El requisito de la revisión no supone necesariamente un fallo de la técnica quirúrgica, dado que la enfermedad del paciente, las lesiones asociadas, la estructura de la cadera, el cumplimiento de paciente y los cuidados posteriores son todos factores que influyen. La persistencia y la dedicación producen, a la larga, un buen resultado funcional en la mayor parte de los pacientes.