La invaginación intestinal comprende una enfermedad en la que un segmento del intestino (el segmento intestinal invaginado) se invagina (figura 1) en la luz de un segmento adyacente de intestino (el segmento intestinal invaginante).
La invaginación intestinal puede producirse en cualquier ubicación del aparato digestivo desde el estómago hasta el intestino grueso. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, los segmentos intestinales involucrados son los intermedios del intestino delgado (yeyuno) o la parte donde el intestino delgado se une al intestino grueso o al colon (unión ileocecocólica). En términos generales, el segmento intestinal invaginado es una parte más proximal del intestino (es decir, más cercana a la boca) que se invagina hacia un segmento más distal (es decir, más cercana al ano). Este patrón sigue la dirección normal del peristaltismo. Sin embargo, también se encuentra en ocasiones el patrón inverso.
La invaginación intestinal se asocia en la mayor parte de los casos con algún problema que provoca inflamación del intestino (enteritis). Las causas habituales de la enteritis son:
- parásitos intestinales (anquilostomas, tricuros y nematodos)
- infecciones protozoicas, bacterianas o víricas (Giardia, Salmonella, moquillo y parvovirus)
- cuerpos extraños intestinales (huesos, juguetes de plástico, etc.)
- cambios bruscos en la dieta
- masas (tumores) intestinales
- un procedimiento quirúrgico realizado en el intestino
El aumento de la motilidad en un segmento de intestino (hipermotilidad) que es adyacente a un segmento con falta de motilidad (íleo) puede provocar que el segmento con hipermotilidad se invagine en el segmento con íleo, provocando la invaginación intestinal.
Los perros y los gatos que desarrollan invaginaciones intestinales generalmente han padecido episodios de diarrea o vómitos antes de que se produzca la invaginación intestinal. Pequeños volúmenes de diarrea sanguinolenta, dolor abdominal o una masa abdominal palpable sugieren la presencia de una invaginación intestinal. La intensidad de los signos clínicos depende en parte de la ubicación de la invaginación intestinal y los problemas en segmentos inferiores del aparato digestivo tienen signos clínicos menos graves. Las invaginaciones intestinales pueden ser crónicas o intermitentes, lo que significa que se reducirán por sí solas espontáneamente y se volverán a formar más tarde.
Los perros o gatos con antecedentes de vómitos o diarrea durante más de un día o dos deben ser evaluados por el veterinario de atención primaria, especialmente si está asociado con depresión y pérdida de apetito.
La invaginación intestinal se debe considerar si la mascota con antecedentes de vómitos o diarrea tiene una masa palpable en el abdomen. La masa se puede sentir como un asa intestinal con forma de salchicha engrosada. Ocasionalmente, se puede sentir el intestino delgado entrando en la masa. Las radiografías mostrarán un patrón habitual de obstrucción intestinal con asas intestinales dilatadas llenas de gas y líquido, si la obstrucción provocada por la invaginación intestinal es completa. En casos de obstrucción parcial, es posible que no haya signos importantes en las radiografías simples y puede ser necesario realizar un estudio con contraste de bario para identificar el problema. La exploración mediante ecografía del abdomen es muy útil para identificar la zona con la invaginación intestinal (figuras 2a y 2b).
Dado que la mayor parte de las mascotas que han desarrollado invaginaciones intestinales han tenido episodios de vómitos y diarrea, se deben evaluar la hidratación y los electrólitos antes de la cirugía, en caso de que sea posible. Esto implica algunos análisis de bioquímica sanguínea y el tratamiento con un líquido intravenoso adecuado. El tratamiento de los animales con invaginación intestinal puede ser complicado y difícil. La mayor parte de los veterinarios prefieren enviar a estos pacientes a un cirujano veterinario certificado por el Colegio Estadounidense de Cirujanos Veterinarios (ACVS) para que reciban atención continua.
Ocasionalmente, las invaginaciones intestinales se pueden reducir manualmente mediante manipulación del intestino afectado a través del abdomen o se reducen por sí solas de forma espontánea. En la mayor parte de los casos, sin embargo, se necesita cirugía para tratar este problema. La reaparición de las invaginaciones intestinales es frecuente, por lo que aunque pueda reducirse manualmente una invaginación, con frecuencia se recomienda la cirugía para reducir la incidencia de las reapariciones. Durante la cirugía, la zona del intestino afectada se identifica fácilmente (figura 3). Ocasionalmente, el cirujano puede reducir manualmente la invaginación intestinal. En muchos casos, o bien la invaginación intestinal no se puede reducir o el intestino está tan dañado que es necesario realizar la extirpación de la sección de intestino afectada. En este caso, se extirpa la zona de intestino dañada y los extremos cortados de intestino se unen con suturas y grapas en un procedimiento llamado anastomosis intestinal.
Los cuidados postoperatorios después de una invaginación intestinal implican esfuerzos por controlar el dolor, generalmente con opiáceos, que también ayudan a que la motilidad intestinal sea más lenta. El restablecimiento de la hidratación y de los valores normales de electrólitos resulta esencial y se usan habitualmente líquidos intravenosos adecuados hasta que la mascota coma normalmente. Es posible que sea necesario administrar antibióticos, dependiendo del grado de contaminación a consecuencia de la cirugía y siguiendo la preferencia del cirujano.
El pronóstico después de la reparación quirúrgica de una invaginación intestinal depende de varios factores, que incluyen:
- la duración del problema
- la cantidad de intestino afectada
- la ubicación del problema y
- el alcance del bloqueo que se ha provocado
Las invaginaciones intestinales crónicas habitualmente requieren la extirpación de una sección de intestino y la anastomosis de los extremos para restablecer la integridad del intestino. Siempre que haya que extirpar un trozo de intestino existe una posibilidad de que se produzcan fugas por el sitio quirúrgico que puedan provocar una peritonitis potencialmente mortal. Las mascotas que estén en mal estado debido a la invaginación intestinal, puede que tengan disminuida su capacidad de cicatrización, lo que hace más probable la fuga. Si se ha extirpado una gran cantidad de intestino, es posible que a la mascota no le vaya bien debido a la longitud relativamente corta de intestino que se ha dejado.
El pronóstico para las mascotas con invaginación intestinal es bueno siempre que pueda prevenirse el problema de la reaparición y no se haya tenido que extirpar una cantidad excesiva de intestino. Se ha informado que entre un 11 % y un 20 % de los perros presentará la reaparición del problema después de la corrección quirúrgica. La incidencia es mayor (25 %) si se realiza solo reducción manual y no una cirugía. Se puede realizar un procedimiento conocido como enteroplicatura para evitar la reaparición de la invaginación intestinal; sin embargo, este procedimiento puede hacer que el paciente sea más susceptible a experimentar otras complicaciones como las obstrucciones intestinales con cuerpos extraños que podrían haber pasado sin complicaciones si no se hubiese realizado una plicatura en el intestino.