La cojera hace referencia a una anomalía en la marcha o en la postura de un caballo. Puede estar causada por dolor, un problema mecánico o una alteración neurológica. La mayoría de las veces, la cojera es el resultado de dolor en el aparato locomotor (músculos, tendones, ligamentos, huesos o articulaciones) que genera movimientos anómalos al paso, al trote o a medio galope.
La cojera puede ser desde muy leve (quizás no sea fácil verla, pero puede notarse al montar al caballo) hasta grave (el caballo no carga peso sobre la pata). Con problemas de cojera más sutiles, puede notarse un descenso en el rendimiento del caballo o un cambio de su comportamiento o actitud, aunque no se vea ni se note una cojera evidente. A veces, los caballos «dejan muerta» la pata coja o la resaltan más a menudo de lo normal. Los caballos con problemas crónicos pueden desarrollar anomalías compensatorias en su marcha para lidiar con el problema original, lo que puede complicar la evaluación de la cojera y posiblemente su tratamiento. Así pues, es importante que se evalúe la cojera tan pronto como se detecte.
Si un caballo está cojo, el veterinario de atención primaria debe evaluarlo en cuanto sea posible. En algunos casos, el examen puede ser simple; en otros, tal vez sea más exhaustivo, y pueden requerirse bloqueos nerviosos o articulares y técnicas de diagnóstico por imagen para hacer el diagnóstico. Si el caballo está cojo, el veterinario puede decidir tomar algunas o todas de las siguientes medidas:
- Obtener una historia minuciosa; algunos problemas de cojera son más comunes en determinadas razas o disciplinas de actividad
- Examen físico:
- Palpación de todo el caballo para comprobar si hay zonas de calor, dolor o hinchazón
- Pinzas de casco: para ver si se produce una respuesta dolorosa ante la presión en el pie (figura 1)
- Examen de cojera: se evalúa al caballo con distintas marchas para determinar si el veterinario percibe la cojera. Puede hacerse con un ayudante que ponga al caballo a trotar con guía a pie, con un ronzal, o, en ocasiones, mientras se monta al caballo.
- Pruebas de flexión: pueden ser útiles si la cojera es sutil o no hay signos claros de un problema (figura 2); consisten en doblar o «flexionar» una articulación durante 1-2 minutos. Justo después, se pone al caballo a trotar y se aumenta la cojera. Si una prueba de flexión en particular aumenta la cojera, es posible que el veterinario quiera hacer más pruebas en esa parte del cuerpo para determinar si es la causa del problema.
- Bloqueos nerviosos o articulares («analgesia diagnóstica»): se inyecta un anestésico local alrededor de los nervios o directamente en el interior de una articulación para insensibilizar estructuras específicas en la extremidad del caballo (figura 3). Entonces, el caballo vuelve a ser evaluado para ver si cojea. Si la cojera mejora después de insensibilizar una zona, se supone que el problema viene de esa región.
- Diagnóstico por imagen: una vez que se identifica una parte específica de la extremidad como la causa de la cojera, suelen recomendarse determinados tipos de pruebas de imagen. Según la parte del cuerpo afectada, el veterinario puede recomendar radiografías, ecografía, gammagrafía («gammagrafía ósea», figura 5), TC o RM (figura 4).
- Evaluación cuantitativa: el uso de detectores de movimiento colocados especialmente en las extremidades y el tronco del caballo pueden ayudar a detectar asimetrías sutiles en la marcha del caballo y a obtener respuestas a las pruebas diagnósticas mencionadas más arriba.
Varía mucho según la causa de la cojera y el tratamiento seguido.