Los tumores de células de la granulosa (TCG) son el tipo de tumor más común de los que afectan al aparato reproductor equino y, más en concreto, a los ovarios. Estos tumores suelen ser benignos (no se diseminan), pero pueden limitar el rendimiento debido a los problemas de comportamiento asociados y, a veces, al dolor, según el tamaño del tumor. También pueden afectar a la capacidad reproductiva de una yegua destinada a la cría como consecuencia de las elevaciones en los niveles de hormonas reproductivas. Por lo general, el tumor de células de la granulosa solo afecta a un ovario y el otro ovario es más pequeño y está inactivo debido a las hormonas que produce el ovario afectado. El tratamiento mediante la extirpación quirúrgica es curativo y lo normal es que después, el ovario no afectado por el tumor pueda funcionar como órgano reproductivo plenamente funcional.
Los signos clínicos comunes asociados a los tumores de células de la granulosa incluyen:
- Cambios de conducta persistentes e inesperados, como agresividad y comportamiento similar al de los sementales
- Ciclos de celo intermitentes o prolongados (estro continuo)
- Ausencia de ciclos de celo (anestro)
- Dificultad para criar
Estos cambios se deben a que aumentan los niveles de excreción de determinadas hormonas reproductivas específicas, como la testosterona y la inhibina, por parte del tumor. Los tumores de células de la granulosa pueden aparecer en yeguas de cualquier edad, pero la edad media de las yeguas afectadas es de 11 años.
En raras ocasiones, el sangrado del tumor de células de la granulosa puede dar lugar a signos clínicos compatibles con hemoabdomen (sangre en el abdomen). Estos signos son, entre otros: palidez de las membranas mucosas, comportamiento tranquilo, aumento de la frecuencia cardíaca y cólico. Si se observa cualquiera de estos signos clínicos, hay que ponerse en contacto de inmediato con el veterinario de atención primaria.
Se puede sospechar la presencia de tumores de células de la granulosa por cambios de conducta y si el veterinario detecta un ovario agrandado durante la palpación transrectal. Además, es posible que el ovario sano sea más pequeño que el ovario afectado (figura 1). Para obtener un diagnóstico definitivo se necesitan más pruebas diagnósticas, como una ecografía transrectal y análisis de los niveles de hormonas.
A menudo, en la ecografía se ve el agrandamiento del ovario y un aspecto quístico o similar a un panal (figura 2), aunque el aspecto puede variar. Para llegar a un diagnóstico definitivo, se recomienda determinar mediante un análisis de sangre los niveles de las hormonas reproductivas, en concreto de la hormona antimülleriana, de la inhibina y de la testosterona.
El tratamiento de elección para resolver este problema es la ovariectomía (la extirpación quirúrgica del ovario afectado). Pueden usarse varios abordajes quirúrgicos para extirpar el ovario y la consulta con un cirujano veterinario certificado ayudará a determinar cuál es el mejor abordaje para cada yegua.
Lo más frecuente es que la ovariectomía se haga laparoscópica (con una cámara y equipamiento especializado), siguiendo un abordaje desde el flanco y con el caballo de pie y sedado. Si se usa este abordaje, habrá que dejar de alimentar a la yegua durante un período de tiempo antes del procedimiento para que disminuya el volumen de llenado de su tubo digestivo. La ventaja de este enfoque es que permite al cirujano acceder mejor al ovario y al aporte sanguíneo para la extirpación, y evita el uso de anestesia general. Si el ovario es demasiado grande y no puede extirparse a través de una incisión en el flanco, el cirujano veterinario certificado puede recomendar un procedimiento en dos fases en el que una parte de la cirugía se haga de forma laparoscópica y luego el ovario se extirpe a través de una incisión en la línea media del vientre, administrando anestesia general a la yegua.
Los cuidados iniciales tras la cirugía dependen del tamaño del ovario y del tamaño de las incisiones que hayan hecho falta para extirparlo. El cirujano veterinario certificado proporcionará instrucciones específicas sobre los cuidados posteriores a la intervención.
Por lo general, estos cuidados posteriores incluyen un período de reposo en el establo y paseos con guía a pie (10-14 días), y el aumento general del ejercicio y de la actividad tras este período. En las primeras fases del período posoperatorio también pueden recomendarse medicamentos, como antibióticos o antiinflamatorios.
Como sucede con cualquier intervención quirúrgica, siempre existe el riesgo de complicaciones. Con este tipo de procedimiento, las complicaciones pueden ser:
- Hemorragia intraoperatoria o posoperatoria en la zona donde se extirpó el tumor
- Daño accidental en el tubo digestivo al insertar el equipamiento laparoscópico
- Cólico posoperatorio
- Hinchazón en el lugar de la cirugía
- Infección en el lugar de la cirugía
- Dehiscencia (apertura) de la incisión quirúrgica
Al extirpar el ovario afectado, el ovario sano tendría que retomar la función reproductiva normal, aunque puede tardar hasta seis u ocho meses según la yegua y la época del año. A la larga, la gran mayoría de las yeguas recuperan la función reproductiva normal y pueden quedarse preñadas y llevar un embarazo a término con el ovario que les queda.