Algunas razas de perros y gatos son propensos a las obstrucciones y los problemas respiratorios, debido a la forma de su cabeza, su hocico y su garganta. Los perros afectados con mayor frecuencia son los de razas «braquicéfalas», que significa «de cabeza corta». Algunos ejemplos comunes de razas de perro braquicéfalas son el bulldog inglés, el bulldog francés, el carlino, el pequinés y el Boston terrier. Estos perros han sido cruzados para tener narices y hocicos relativamente cortos y, por eso, la garganta y las vías respiratorias de estos perros suelen ser más pequeñas de lo habitual o estar aplanadas (figura 1). Los gatos persas también tienen una estructura braquicéfala.
El término «síndrome braquicefálico» se refiere a la combinación de velo del paladar alargado, narinas estenóticas y sáculos laríngeos evertidos, todos ellos rasgos frecuentes de estas razas.
El alargamiento del velo del paladar (figura 2) es un trastorno en el que el velo del paladar es demasiado largo, de manera que su extremo sobresale hacia la vía respiratoria e interfiere en el desplazamiento de aire hacia los pulmones.
Las narinas estenóticas (figura 3a) son orificios nasales anómalos que son estrechos o colapsan hacia el interior durante la inhalación, haciendo que al perro le resulte difícil respirar por la nariz.
La eversión de los sáculos laríngeos (figura 4) es una situación en la que el tejido del interior de las vías respiratorias, justo delante de las cuerdas vocales, es desplazado hacia la tráquea y obstruye parcialmente el flujo de aire.
Algunos perros con síndrome braquicefálico también pueden presentar una tráquea estrecha, colapso de la laringe (los cartílagos que abren y cierran las vías respiratorias altas) o parálisis de los cartílagos laríngeos.
Los perros con el velo del paladar alargado suelen tener antecedentes de respiración ruidosa, sobre todo al inspirar (tomar aire). Algunos perros tendrán arcadas o náuseas, especialmente al tragar. La intolerancia al ejercicio, la cianosis (lengua y encías de color azul por falta de oxígeno) y el colapso ocasional son comunes, en particular tras un exceso de actividad, emoción o calor o humedad excesivos. La obesidad agravará estos problemas. Muchos perros con el velo del paladar alargado prefieren dormir sobre el lomo. Probablemente se deba a que esta posición permite que el tejido del velo del paladar se aleje de la laringe. Los signos asociados a las narinas estenóticas y a la eversión de los sáculos laríngeos son similares.
La estenosis de las narinas puede diagnosticarse fácilmente en un examen físico (figura 3). El diagnóstico definitivo del alargamiento del velo del paladar y la eversión de los sáculos laríngeos solo puede hacerse con el perro anestesiado. Por lo general, las razas braquicéfalas tienen una lengua gruesa que complica mucho la visualización de la laringe si el animal está despierto. No se suele conseguir contener al paciente y retraer la lengua lo suficiente para permitir la visualización de la laringe. Con anestesia, el velo del paladar alargado se extiende más allá del extremo de la epiglotis (la entrada a las vías respiratorias). En los casos graves, el velo del paladar se extenderá directamente hasta introducirse en la abertura laríngea. El extremo del velo del paladar y los bordes de la laringe suelen estar inflamados (hinchados y rojos). En los casos crónicos, los cartílagos de la laringe dejan de ser flexibles y empiezan a colapsar, estrechando aún más las vías respiratorias. Los sáculos laríngeos evertidos tienen el aspecto de masas de tejidos blandos de color azul grisáceo que sobresalen hacia las vías respiratorias justo delante de las cuerdas vocales (figura 4). El veterinario de atención primaria también puede recomendar radiografías de tórax para evaluar las vías respiratorias bajas y los pulmones del animal.
Las anomalías del velo del paladar deben tratarse si causan malestar al animal, se agravan con el tiempo o dan lugar a una obstrucción potencialmente mortal. Si el animal da muestras de náuseas, tos, intolerancia al ejercicio o problemas para respirar, puede ser necesario extirpar la porción sobrante del velo del paladar. La resección del velo del paladar (estafilectomía) se hace con una hoja de bisturí, tijeras o láser de dióxido de carbono (figura 5). El paladar se estira (figura 6) y el tejido sobrante se corta con un bisturí o con tijeras.
Si los sáculos laríngeos están evertidos, pueden retirarse a la vez que se corta el velo del paladar, o pueden dejarse en su sitio y permitir que vuelvan a una posición más normal. La corrección de la estenosis de las narinas, si la hay, ayuda a mejorar la respiración y se hace al mismo tiempo (figuras 7 y 8).
Justo después de la cirugía, hay que supervisar a los animales muy de cerca. Si hay una inflamación o una hemorragia significativas, pueden obstruir las vías respiratorias, dificultando o imposibilitando la respiración. A veces hay que colocar y mantener una sonda en la tráquea a través de una incisión en el cuello (traqueostomía temporal) hasta que la hinchazón de la garganta disminuya lo suficiente para que el animal pueda respirar con normalidad.
Los animales suelen permanecer en observación en el hospital durante un mínimo de 24 horas. Las náuseas y la tos tras la intervención son comunes. En los casos crónicos en los que los cartílagos laríngeos han dejado de ser flexibles, es posible que la eliminación del alargamiento del velo del paladar y de los sáculos laríngeos no proporcione el alivio necesario. Tal vez la única solución sea crear una nueva abertura permanente en la tráquea en la zona del cuello (llamada traqueostomía permanente), aunque también hay complicaciones asociadas a este procedimiento.
El pronóstico es bueno para los animales jóvenes. Suelen respirar con mucha más facilidad y la dificultad respiratoria se reduce de forma significativa. Su nivel de actividad puede mejorar de forma clara. Los animales más viejos pueden tener un pronóstico menos favorable, especialmente si ya ha comenzado el proceso de colapso de la laringe. Si el colapso de la laringe está avanzado, el pronóstico es malo.